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Es evidente que el consumismo forma parte de nuestra sociedad actual.
Navidades, bodas, cumpleaños…, cualquier circunstancia es favorable para celebrar y consumir.
El problema surge cuando el acto de comprar se vuelve una necesidad para que el individuo se encuentre bien.
Hay ocasiones en que ir de tiendas o ir de compras puede servir como actividad distractora y evadirse de una situación concreta que está generando malestar. Si esa actividad se convierte en la solución y en el recurso para disminuir ese malestar y se acaba comprando todo tipo de cosas, aunque no se necesiten, ahí sí existe un problema y una adicción a las compras.
Esto es importante puesto que, como toda adicción, llevaría asociada una incapacidad para controlar los impulsos y dificultad para distinguir entre deseo y necesidad.
Comprar de forma compulsiva es una manifestación de diferentes circunstancias personales como puede ser depresión, ansiedad, soledad, insatisfacción personal, etc.
El problema de todas las adicciones, es que, en el primer momento, cuando se lleva a cabo la compra (en el caso concreto de esta adicción), el malestar disminuye porque ese acto produce gratificación y ayuda a relajarse, pero, a posteriori, aparecen sentimientos de culpa que lo único que generan es mayor ansiedad y conflicto interno.
Cuando se empiezan a acumular objetos innecesarios y se ponen excusas constantes para justificar nuestros comportamientos, podemos ver algún indicador de que las compras se están empezando a convertir en un problema.
Reconocer lo que nos está ocurriendo y pedir ayuda es el primer paso. El apoyo y el control familiar es fundamental, para poder limitar el uso del dinero y/o tarjetas de créditos, así como las salidas relacionadas con las compras.
Por supuesto, y cuando esto no es suficiente, se requiere la ayuda de un profesional para poder tratar la adicción, mediante Terapia Psicológica.