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El silencio es la ausencia total de sonido y en el ámbito de la comunicación, es la ausencia de palabras.
Además, el silencio es necesario para poder regenerar nuestro cerebro y contribuye a estructurar la información.
Pero hay ámbitos en los que el silencio no tiene una función tan positiva.
Nos referimos a los castigos impartidos con silencio, o la retirada de la palabra que algunos padres llevan a cabo con sus hijos o la forma en que algunas parejas gestionan el enfado.
Psicologicamente se considera un castigo emocional, puesto que el daño que producen este tipo de conductas pueden llegar a generar efectos muy negativos en todo el cuerpo.
¿Por qué es tan potente este acto?:
- Porque cuando se lleva a cabo, lo que se produce es una retirada de atención y de afecto y es una respuesta que puede llegar a lastimar de una forma muy potente.
- Porque la persona que recibe este tipo de trato, siente que el otro le está castigando de forma consciente, algo que genera angustia y ansiedad.
- Porque transmite indiferencia por parte de la persona que lo lleva a cabo y esta indiferencia sólo genera distancia emocional, frustración y resentimiento.
- Porque genera una incertidumbre muy potente que produce un malestar muy intenso en la persona. Los momentos de incertidumbre son muy estresantes para el ser humano. El no saber a qué nos estamos enfrentando ni cómo se va a solventar genera muchísimo estrés.
Hay diferentes estudios que afirman que el silencio es una de las formas de maltrato psicológico más potente.
Las personas que utilizan este tipo de manipulación, tienen esa conducta muy arraigada, puesto que se suele adquirir en la infancia e, incluso, se hereda de padres a hijos.
La única forma efectiva de solventar esto es la comunicación, bien entre padres e hijos, bien entre los distintos miembros de la pareja, pero es importante comunicarse y poder expresar el malestar que genera que un ser querido decida retirar la palabra a otro tras un conflicto o desacuerdo.
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