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Todos los seres humanos experimentan situaciones complicadas a lo largo de su vida.
No tiene por qué ser un duelo, pueden ser momentos de crisis, de cambio, depresión, etc.
Ante estas situaciones, el ser humano puede reaccionar de diferentes formas, pero cuando la situación de crisis hace que la persona se sobreponga y salga reforzada, estamos hablando de resiliencia.
Como decía Victor Frankl: “Todo lo que amamos nos lo pueden arrebatar, lo que no nos pueden quitar es nuestro poder de elegir qué actitud asumir ante estos acontecimientos”
En Psicología, hablamos de resiliencia cuando nos referimos a la capacidad de las personas para sobreponerse a una pérdida o una crisis, mediante una actitud positiva para continuar con su vida ante estas situaciones adversas. Esto implica un proceso en el que la persona se reconstruye a partir de la crisis o proceso traumático.
Ser una persona resiliente implica algo más que recuperarse de un suceso traumático. Conlleva un crecimiento personal y vital, en relación al momento temporal anterior a la pérdida o crisis.
Cuando el ser humano se enfrenta a una adversidad, se ponen en marcha una serie de mecanismos para poder hacer frente a ese acontecimiento. Esos mecanismos hacen referencia a las habilidades sociales de la persona, a sus recursos, al apoyo social y familiar, a la interpretación de la situación, etc.
Es importante resaltar que el ser humano es capaz de sobreponerse a situaciones realmente difíciles y no sólo eso, si no que, además, es capaz de salir reforzado incluso ante procesos de duelo muy complicados y dolorosos.
Es realmente sorprendente ver como personas que han experimentado situaciones de crisis realmente graves en su vida, han sido capaces de reinterpretarlas y, tras experimentar la crisis y el dolor, salir de ellas con un crecimiento personal y emocional asombroso.
«Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos». Victor Frankl.