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Hablamos de queja cuando nos referimos a la expresión o presentación de un disgusto, enfado o disconformidad.
Esa exposición de lo que no nos gusta o desagrada es común y natural en todas las personas.
La problema surge si vives instalado en la queja, es decir, cuántas veces te quejas al día?. Es tu forma habitual de funcionar y te aferras a ella como forma de expresar tus pensamientos o Emociones?. Estás focalizado en lo negativo?. Piénsalo por un momento…
Si es así, piensa que, realmente, la queja no soluciona nada porque no es una forma efectiva de expresar lo que no nos gusta y, además, no aporta soluciones, solo es una forma inadecuada de desahogo.
Por otro lado, cuando la persona se queja constantemente, está limitando su bienestar al estar enfocado en lo negativo y en la recriminación, pero, además, también limita el bienestar de la gente que le rodea, puesto que transmite esa negatividad y esa sensación de no estar nunca conforme con lo que tiene.
Si esto es así y la queja no tiene una función adaptativa, por qué nos quejamos?.
- Porque le proporciona a la persona una posición cómoda, aunque a veces ésta no sea consciente, puesto que, en ocasiones, sirve para que los demás estén más pendientes de esa persona.
- Por otro lado, también proporciona cierta comodidad ya que, la queja constante, hace que, muchas veces, el otro asuma ciertas tareas o responsabilidades, para evitar escuchar la queja.
- Además, evita que la persona que se queja tenga que asumir ciertas responsabilidades, diciendo que no sabe, no puede o le da miedo afrontar ciertas situaciones y, por tanto, es el otro el que las lleva a cabo.
- Le proporciona a la persona que se queja una posición de «víctima» que se convierte en un papel, a veces inconsciente, por el que consigue más privilegios o atención.
- Por otro lado, cuando nos quejamos, responsabilizamos al otro de nuestro malestar y así no tenemos que coger las riendas de nuestros problemas, porque le damos una atribución externa a lo que nos ocurre.
Pero, al final, esto acarrea una serie de consecuencias:
- Dependencia excesiva del otro para resolver nuestros problemas.
- Desilusión ante nuestra vida o nuestro entorno ya que, al vivir instalado en esa negatividad, al final nos creemos que realmente, nuestra vida no nos hace feliz.
- Búsqueda constante de la felicidad ya que se llega a creer que, ante tanto acontecimiento negativo, aunque no sea real, no somos felices.
- Cansancio o agotamiento.
- Disminuye la Toma de decisiones
- Disminución para resolver nuestros problemas.
Pero, lo importante es lo que podemos hacer ante todo esto.
- Lo primero y fundamental es ser conscientes de que, realmente, estamos instalados en la queja. Para saberlo, piensa cuántas cosas te molestan a lo largo del día, expresadas o no.
- Cuando lo tengas identificado, es importante sustituir el pensamiento asociado a esa queja por otro más positivo y resolutivo. Busca soluciones y alternativas.
- Poco a poco, intenta pasar a la acción y solucionar lo que no te agrada. Que no sea el otro el que solventa aquéllo que te molesta.
- Asumir e integrar que la queja no soluciona, sólo desahoga, transmite negatividad y disminuye el bienestar propio y el de los demás.
Si aún así, no consigues salir de esta espiral de quejas, te animo a que busques la ayuda de un profesional para comenzar un Proceso Terapéutico.
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