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En anteriores entradas publicadas hemos explicado diferentes recursos para poder abordar situaciones de crisis, conflicto o malestar, siempre especificando que, si esos recursos no son suficiente para poder solventar el problema en cuestión, sería necesario comenzar una Terapia Psicológica con un profesional.
¿Pero a qué nos referimos cuando hablamos de terapia en Psicología?
Puesto que cada persona es única, cada proceso terapéutico también lo es, pero siempre es importante saber que se desarrolla en un contexto de absoluta confidencial y con un Psicólogo colegiado que está obligado a cumplir un código deontológico, por el cual, toda la información proporcionada por el paciente queda protegida en ficheros privados.
Además, se desarrolla en un contexto de empatía y cercanía para que ese paciente pueda crear un vínculo con el profesional y sentirse cómodo y seguro a la hora de expresar pensamientos y emociones sin miedo a ser juzgado o criticado.
Es muy importante asumir que la terapia es un trabajo del paciente. El psicólogo es el que orienta y proporciona los recursos y herramientas para tratar el problema en cuestión, pero es la persona la que debe integrar esas estrategias en su día a día para conseguir ese bienestar emocional que busca con la terapia.
Cada profesional diseñará su proceso en base a la experiencia y resultados obtenidos, en el pasado, pero, en mi caso concreto, el proceso terapéutico se compone de las siguientes fases:
- Primera entrevista (gratuita y sin compromiso), para que la persona pueda valorar si se siente cómoda con el profesional y si le apetece comenzar la terapia y también para que el psicólogo se haga una idea de lo que está ocurriendo en la vida de ese paciente.
- Unas 4 sesiones de evaluación donde, a través de entrevistas, pruebas, registros y test, se recopila toda la información necesaria para poder tener totalmente claro qué esta pasando, desde cuándo, qué lo mantiene en el momento presente, qué conductas, pensamientos y emociones tiene asociadas el paciente a ese problema y con qué técnicas se puede solventar.
- Una sesión de devolución donde se le explica al paciente todo lo que se ha visto en la evaluación, cómo está funcionando la persona y por qué y de qué forma se puede resolver. Por supuesto, es una sesión donde es fundamental saber si el paciente está de acuerdo, lo ha comprendido todo y desea empezar a trabajar (aunque es muy importante saber que el trabajo comienza ya en la primera sesión, donde la persona empieza a hacerse consciente de lo que le está ocurriendo, a integrarlo en su día a día y entender por qué tiene determinados pensamientos y determinadas emociones.
- Tratamiento. Son las sesiones destinadas a conseguir los objetivos establecido por paciente y terapeuta en la terapia. Dependiendo del problema en cuestión y del trabajo del paciente, el tratamiento será más o menos largo, pero es complicado establecer un tiempo determinado.
- Prevención de recaídas y sobregeneralización. Con esto nos referimos a unas dos sesiones, donde se hace un repaso general de la terapia, se compara el estado inicial y final del paciente, se analiza la evolución y se identifican posibles situaciones futuras de riesgo, para comprobar que el paciente tiene los recursos necesarios para afrontarlos y sobregeneralizar así lo aprendido en el proceso terapéutico.
- Alta terapéutica y despedida. Es la última sesión donde, en mi caso, siempre preparo una despedida personalizada para cada paciente, en base a la problemática concreta de esa persona. Momento muy bonito por poder observar los logros conseguidos y muy emotivo por despedirse de una gran persona que ha sido valiente y maravillosa por atreverse a “convertirse en mariposa” y dejar que le acompañemos en ese proceso.
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