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A veces, conocemos a una persona y nos da la sensación de que está enfadada con la vida.
Parece como si siempre estuviera de mal humor.
¿Te suena familiar, conoces a alguna?
Evidentemente, hay múltiples factores que pueden influir en estos procesos internos, pero, casi seguro, esas personas cumplen el requisito de no practicar la aceptación.
Pero, qué significa aceptar la vida?.
Aceptar es una forma de afrontar en la que, aunque no nos gusten las circunstancias, practicamos esa capacidad de poder vivir con ellas sin un constante rechazo.
Podemos evaluar la vida y los actos de las personas. Podemos hacer un juicio o crítica porque algo o alguien no nos gusta, pero también podemos aprender a desenvolvernos con personas y/o situaciones que no nos agradan.
Es importante saber que no tiene nada que ver con la resignación. Aceptar es ser capaz de afrontar la vida como viene, aunque no nos guste. Ser críticos con ella y generar alternativas de cambio y afrontamiento.
Resignarse está asociado a rendirse, a no hacer nada, a sentirse derrotado.
Cuando somos incapaces de aceptar, es porque estamos practicando una distorsión cognitiva que se llama Negación. Las personas a las que les cuesta aceptar la realidad, son aquéllas que la niegan, es decir, tienden a rechazar cómo son las cosas y/o las personas.
Se crean un ideal o expectativa que desearían que fuese, negando cómo son realmente. Esto les impide poder aceptar la vida tal cuál es y poder tomar decisiones al respecto.
Se hablan de una forma irreal e incluso infantil. Se dicen mucho, en su diálogo interno, que no quieren las cosas como son ni como la vida se las presenta, que nos les gustan así y que quieren que sean de otra forma.
Tienen dificultades para asumir la realidad. Al negarla, se les vuelve realmente complicado poder asumir los acontecimientos como les vienen y, por otro lado, las consecuencias que suponen.
Confunden el deseo con la realidad y cuando no es lo quieren, lo rechazan. Están acostumbrados, por su historia de vida, a confundir la realidad con lo que desean o les gustaría. Piensan constantemente en cómo desearían que fuesen las cosas. Fantasean a menudo sobre ello y esta forma de afrontar les impide que conecten con la realidad.
Funcionan con un alto nivel de queja. Son personas que han aprendido a quejarse ante las situaciones que no les gustan. ¿Por qué nos quejamos?.
Su mecanismo de funcionamiento es posicionarse desde el victimismo (Triángulo dramático y cómo salir de él ), pero esto les genera muchísimo malestar ya que, al negar constantemente la realidad y, por otro lado, fantasear con cómo les gustaría que fuesen las cosas y lo injusto que les parece que sean de esa forma, aprenden a posicionarse como víctimas desde la queja y la falta de acción y la Toma de decisiones.
Suelen ser Pacientes con alto nivel de resistencias. A estas personas le cuesta mucho el cambio y la acción. Se quedan estáticos en su diálogo interno, en la rumiación y las ideas obsesivas (Pensamientos obsesivos recurrentes), pero no se deciden a tomar decisiones o a introducir cambios.
Además, cuando se les ofrecen alternativas, casi ninguna de ellas les suele parecer bien y, al final, pasan las sesiones sin que pongan en práctica casi ninguno de los recursos que el psicólogo les ofrece.
Existe en ellos una lucha constante por cambiar las cosas y las personas en lugar de adaptarse ellos. Su gran nivel de malestar procede de esa lucha contante con pretender cambiar las cosas y las personas, en lugar de adaptarse a las situaciones.

Para poder empezar a ser personas que practican la aceptación, hay que cambiar el diálogo interior. Lo primero que tenemos que hacer es hablarnos desde la sensatez y la racionalidad, siendo claros y concisos con nosotros mismos, como se explica en la imagen. Todo lo demás, no ayuda.
La única capacidad que tiene el ser humano es la de cambiarse a sí mismo, pero estas personas, en lugar de plantearse esto o aprender a adaptarse, luchan de forma impetuosa por cambiar el mundo, algo realmente frustrante, puesto que jamás lo van a conseguir. Por tanto y para modificar esto, hay que empezar por tomar decisiones. Si lo que estás haciendo hasta ahora no te funciona ni te proporciona bienestar, ¿qué tal si pruebas a hacer algo diferente?.
Al final, es importante entender que la aceptación es fundamental en la vida de todas las personas porque conlleva a conseguir paz interior y libertad.
Pero además, es el primer paso para solucionar los problemas. Para poder introducir cambios, es necesario aceptar las circunstancias tal cual vienen, sin quedarse anclado en ellas y en «lo malo que es el mundo y las personas con nosotros». Desde ahí, se pueden generar alternativas. Sin embargo, desde el bloqueo y el rechazo es complicado que una persona pueda movilizarse.
Las teorías de Aceptación y Compromiso, el Mindfulness o simplemente la Meditación, ¿Por qué es tan importante la meditación?, nos pueden ayudar mucho en este proceso de aceptación.
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